domingo, 1 de mayo de 2011

EL MAESTRO COMO INVESTIGADOR DE SU PRÁCTICA PEDAGÓGICA COMO ESTRATEGIA DE MEJORAMIENTO.


EL MAESTRO COMO INVESTIGADOR DE SU PRÁCTICA PEDAGÓGICA COMO ESTRATEGIA DE MEJORAMIENTO

No es cierto que la calidad de la educación dependa de la planeación extensiva ni el exceso de activismo de los docentes dentro del aula, por el contrario se truncan proyectos en los cuales la participación de los estudiantes es la clave para generar procesos de aprendizaje, el simple seguimiento paso a paso de las actividades cotidianas en un aula puede convertirse en la herramienta más efectiva para generar procesos de investigación.


El fenómeno del enclaustramiento de los docentes en un aula de clase, es la venda que no permite que vea el entorno, un espacio rico en problemáticas que generen procesos de investigación; un maestro investigador no es un ser de otro mundo, simplemente es aquel que se atreve a abrir las ventanas del aula en la cual se encuentra y por tanto descubre un maravilloso mundo oculto que siempre ha estado ahí a los ojos de todos pero que nadie ve.





A menudo estamos esperando situaciones extraordinarias, fenómenos irrepetibles o personajes fantásticos que hagan algo fuera de lo común para empezar a investigar y entonces nos quedamos ahí sentados mientras el mundo gira, pero no nos damos cuenta que  en lo cotidiano está ese material invaluable sobre el cual se puede y debe generar investigación, la situación socio cultural de mi colegio, la pelota de papel con que juegan los niños al recreo, el entorno familiar de Juanito y miles de situaciones pueden ser los mejores objetivos del lente inquieto de un maestro investigador.






EL DIARIO DE CAMPO COMO INTRUMENTO DE SISTEMATIZACIÓN Y REFLEXIÓN DE      EXPERIENCIAS



No existe mejor evidencia del trabajo investigativo de un docente que su propio diario de campo, en él no se admiten mentiras, sobre él se plasma una realidad en todos los sentidos desde los complejos procesos pedagógicos hasta las simples actitudes casi imperceptibles de un niño, aquellos difíciles problemas matemáticos
y las inocentes preguntas de un preescolar.

La bitácora o diario de campo debe ser quizá el tesoro más preciado de un buen maestro con visión investigativa, pues allí debe quedar consignado hasta el más pequeño detalle de lo sucedido dentro y fuera del salón de clase, si el maestro es inquieto encontrará en este instrumento todos los elementos que lo lleven a un exitoso proceso investigativo con las evidencias que requiere.